Hemos explorado los cimientos de la autoridad y el arte de la reputación. Ahora nos adentramos en el sanctasanctórum del poder: la psicología de la influencia. Este es el nivel más sutil y, a la vez, el más potente. Se trata de entender las motivaciones humanas, las deudas no escritas y los lazos emocionales que mueven el mundo. Vito Corleone no era un simple jefe criminal; era un psicólogo maestro del alma humana.
Completamos nuestro viaje por «Las 48 Leyes del Poder» analizando las tácticas avanzadas que convirtieron a los Corleone en una dinastía.
Ley 9: Gane a través de sus acciones, nunca por medio de argumentos
Cualquier triunfo momentáneo que creas haber obtenido a través de una discusión es en realidad una victoria pírrica. El resentimiento que provocas es más fuerte y duradero que cualquier cambio de opinión. Es mucho más efectivo lograr que otros estén de acuerdo contigo a través de tus acciones, sin decir una palabra. Demuestra, no expliques.
El Caso Corleone: En su juventud, Vito Corleone no discute con Don Fanucci, el matón local que extorsiona a los comerciantes del barrio. No intenta convencerlo de que sus tácticas son injustas. Simplemente, lo elimina. Al día siguiente, ocupa su lugar, ofreciendo una protección real y un respeto que Fanucci nunca proporcionó. No necesitó argumentar que era un líder mejor; lo demostró con una acción decisiva que habló por sí misma y le ganó el respeto de toda la comunidad.
Ley 10: Peligro de contagio: evite a los perdedores y a los desdichados
Los estados emocionales son tan contagiosos como las enfermedades. Puedes pensar que estás ayudando a alguien que se ahoga, pero a menudo solo lograrás precipitar tu propia ruina. Los perdedores y los desdichados atraen la desgracia sobre sí mismos y también la atraerán sobre ti. Asóciate con los afortunados y los felices.
El Caso Corleone: Cuando Michael asume el control, reestructura la familia de forma implacable. Identifica las debilidades emocionales y las malas influencias. Aparta a su cuñado, Carlo, de cualquier asunto importante por su implicación en la muerte de Sonny y su naturaleza débil. Incluso relega temporalmente a su consigliere, Tom Hagen, porque no es un «capo de guerra». Michael se aísla de cualquier «contagio» de debilidad o traición para asegurar la fortaleza de su nuevo régimen.
Ley 11: Haga que la gente dependa de usted
Para mantener tu independencia, debes hacer que los demás dependan de ti. Cuanto más se apoyen en ti, más libertad tendrás. Nunca enseñes a tus subordinados lo suficiente como para que puedan arreglárselas solos. Crea una relación de dependencia para que necesitarte sea su única opción.
El Caso Corleone: La primera escena de la película es la encarnación de esta ley. Amerigo Bonasera acude a Don Vito a pedir justicia para su hija, después de que el sistema legal le haya fallado. Vito no le pide dinero. Le dice: «Algún día, y ese día puede que nunca llegue, te pediré que hagas un servicio por mí». Con esto, no crea una transacción, sino una deuda de lealtad. Bonasera ahora depende de Vito para la justicia y la seguridad, atándolo a él de una forma mucho más profunda que cualquier pago.
Ley 12: Utilice la franqueza y la generosidad selectivamente para desarmar a su víctima
Un solo acto de honestidad o generosidad puede ocultar docenas de acciones deshonestas. Los gestos sinceros y generosos bajan la guardia de las personas más desconfiadas. Una vez que tu generosidad selectiva ha abierto una brecha en su armadura, puedes manipularlos y guiarlos a tu antojo.
El Caso Corleone: Su ahijado, el famoso cantante Johnny Fontane, acude a Vito llorando porque un productor de cine no le da un papel que podría relanzar su carrera. Primero, Vito lo regaña con dureza, abofeteándolo y llamándolo «hollywoodense». Luego, inmediatamente, cambia de tono, se vuelve paternal, lo abraza y le promete resolver el problema con una frase legendaria: «Voy a hacerle una oferta que no podrá rechazar». Esta mezcla de dura franqueza y generosidad abrumadora desarma a Fontane, reforzando su dependencia y su fe ciega en el poder de su Padrino.
El poder real no reside en la fuerza bruta, sino en una comprensión profunda de la naturaleza humana. Es un arte que, como demuestran los Corleone, se perfecciona con paciencia, estrategia y una voluntad de hierro.
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