Y no.
El problema no es tu producto.
Ni tu servicio. Ni tu experiencia. Ni tu logo.
El problema es que pareces uno más.
Tú lo notas.
Te reúnes con un posible cliente y, mientras hablas, lo ves mirar el móvil.
Dices el precio, y pone cara de “uf”.
Le mandas el presupuesto, y desaparece como si te lo hubiera tragado la tierra.
Y tú piensas:
— “¿Qué pasa? Si lo que ofrezco es bueno…”
Y sí, lo es.
Pero la forma en la que lo cuentas es idéntica a la de otros 20 que también dicen que son buenos.
Mismo tono. Misma estructura. Mismo miedo a incomodar.
Misma energía de vendedor desesperado.
Te conviertes en eso que tú mismo desprecias: el que parece que necesita la venta más que el cliente la solución.
Y lo peor es lo que no se dice, pero se siente:
Te esfuerzas en preparar propuestas… y ni las abren.
Entras a una reunión con ilusión… y sales sintiéndote pequeño.
Publicas en redes y lo único que oyes es el sonido del viento.
Mandas presupuestos que tú mismo sabes que están escritos con miedo.
Y te haces el fuerte, pero por dentro… estás quemado.
Porque no es que no sepas. Es que no sabes cómo contarlo para que impacte.
Y eso genera algo peor que la falta de ventas: vergüenza.
– Vergüenza de estar haciéndolo todo bien… pero seguir sintiéndote invisible.
– Vergüenza de ver cómo otros, con menos talento, facturan el triple.
– Vergüenza de pensar si de verdad vales lo que dices valer.
Y ese es el punto exacto donde o cambias el juego…
O el juego te convierte en otro más del montón.
No duele que te digan “no”.
Eso lo podrías encajar. Es honesto. Te permite seguir.
Lo que duele de verdad… es la indiferencia.
Esa que sientes cuando mandas un presupuesto y ni lo abren.
Cuando explicas lo que haces y te contestan con un “bueno, ya lo veré”.
Cuando sientes que estás delante de alguien que no te está escuchando.
Duele darte cuenta de que no es que rechacen tu propuesta.
Es que te ven como uno más.
Y ahí ya no estás compitiendo por cerrar una venta…
Estás rogando que te presten atención.
Y tú lo notas:
– Cambias tu forma de hablar para caer mejor.
– Evitas tocar temas incómodos por miedo a molestar.
– Te da pánico decir el precio.
Mandas un mensaje de seguimiento que parece escrito por alguien que no se respeta.
Y cada vez que pasa eso, te haces un poco más pequeño.
Porque sabes que lo que haces vale.
Pero lo estás presentando como si no valiera.
Como si estuvieras pidiendo permiso para existir.
Y eso, con el tiempo, te mata la moral.
Te acabas creyendo que no es el momento, que es culpa del mercado, de la competencia, de los precios…
Cuando la verdad es que nadie te compra porque no te estás vendiendo con cojones.
Porque has aprendido a hablar de lo que haces, pero no a posicionarte como alguien que el otro no quiere perder.
Y esa es la diferencia entre el que vende…
y el que solo habla.
Lo que necesitas no es más información. Lo que necesitas es estructura, calle y cojones.
Un sistema que puedas aplicar paso a paso.
Una guía que no te hable como un gurú…
Sino como alguien que ha estado en la mierda y ha aprendido a vender con poder, sin perder el alma.
Y eso es justo lo que he creado.
Un curso que no es un curso.
Es un PDF que vas a tener que imprimir, subrayar, ensuciar y aplicar.
No es para mirarlo y decir “qué interesante.”
Es para usarlo como un martillo.
Y si te atascas, me escribes.
Porque tienes soporte directo por email.
Yo contesto. No un bot. No un asistente. Yo.
Este no es un curso para aprender a vender.
Es un curso para dejar de vender como los demás.
Y empezar a persuadir con verdad, con tensión, con estrategia.
Aquí no hay promesas mágicas.
Pero sí hay verdades incómodas y herramientas brutales.
Si no sabes hacer esto, vas jodido en el mercado:
Hacer que el otro hable… y te dé toda la información para venderle sin que lo note.
Posicionarte como un referente en la primera frase.
Mandar un presupuesto que no parezca un catálogo del IKEA.
Decir lo que piensas sin miedo a perder al cliente (y justo por eso te respetan más).
Cerrar ventas sin perseguir, sin rogar, sin WhatsApps ridículos de “¿lo has visto?”.
Cobrar más por lo mismo, porque ahora tu presencia tiene peso.
Y sobre todo: hacer que el cliente te escuche como si fueras la única opción.
Todo eso lo vas a aprender aquí.
Y no en teoría.
Te lo doy mascado. Masticado. Probado.
El curso es un PDF salvaje que incluye 9 módulos y un final brutal.
Cada módulo es como una hostia de realidad seguida de una estrategia.
Sin relleno.
Con ejemplos, frases que puedes usar y ejercicios que te van a doler.
La Persuasión Empieza en Tu Cabeza
Si tú no te lo crees, nadie más se lo va a creer.
Despierta Interés sin Hablar de Ti
El cliente solo quiere una cosa: sentirse comprendido. Aprende a provocarlo.
Corta el Aroma a Necesidad
Porque la necesidad no se ve… se huele. Y espanta.
Critica con Clase y Cobra Más
Decir la verdad con estilo te da más respeto que mil diplomas.
Influye sin Imponer
Haz que el cliente diga que sí… creyendo que fue su idea.
Tu Mierda Vende (Si Sabes Usarla)
Tus errores bien contados valen más que tu currículum.
Activa el Miedo Primitivo: Escasez Real
La gente no actúa cuando entiende. Actúa cuando siente que se queda fuera.
Fuerza el Rechazo y Multiplica Cierres
Obliga al cliente a decidir. Aunque sea un no. Eso también es poder.
No Todo el Mundo Puede Trabajar Contigo
Vende más haciendo que acceder a ti sea un privilegio.
Y un módulo final para que escribas tu guion salvaje de venta, paso a paso, adaptado a ti.
No te doy la caña. Te enseño a pescar. Y a poner dinamita, si hace falta.
El curso cuesta 47 euros.
Lo lees, lo imprimes, lo haces y lo aplicas.
Te aseguro algo:
Con una sola frase que apliques bien, recuperas la inversión.
Y no hablo de vender.
Hablo de cambiar la forma en la que te ves… y en la que te ven.
No es para el que quiere motivación.
No es para el que busca frases mágicas.
No es para el que espera resultados sin mover el culo.
Este curso es para los que están hartos de ser invisibles.
Para los que saben que valen más…
pero no saben cómo demostrarlo sin arrastrarse.
Si quieres dejar de vender como un pringado…
Y empezar a persuadir como un puto León, aquí tienes el curso:
Lo imprimes. Lo trabajas. Lo aplicas.
Y si tienes dudas, me escribes.
Pero te aviso:
Esto no es un cursito bonito.
Es una transformación.
Y empieza en la primera página.
Nos vemos dentro.
Y esta vez, te van a escuchar.