Mira, no te voy a dar vueltas: lo más frustrante de intentar vender por WhatsApp no es que no te compren.
Lo más jodido es el puto silencio.
Ese momento en el que mandas tu “hola, ¿cómo estás? Quería ofrecerte algo que puede interesarte…” y el otro te deja el doble check azul plantado como lápida. Sin respuesta. Sin reacción. Sin alma.
Y no, no es culpa del algoritmo.
Ni de la inflación.
Ni de que “la gente está en otra”.
Es culpa tuya.
Y no te lo digo para joderte, te lo digo porque yo también lo hacía.
Y no me lo decía nadie.
Empecé con buena intención. Como empiezan todos.
“Voy a mandar unos mensajes, a ver qué tal”.
“Esto no puede ser tan difícil”.
“Total, si tengo algo que ayuda, ya lo van a ver”.
Qué ingenuo.
Mandaba textos largos, educados, llenos de emojis para parecer simpático. A veces hasta me tomaba el trabajo de investigar un poco sobre la persona. Intentaba sonar profesional, amable, cercano.
¿Resultado?
Nadie decía ni mu.
Y si alguien contestaba, era para soltar un “gracias, pero no me interesa” que dolía más que el visto.
Ahí fue cuando empecé a dudar de mí, del producto, del canal.
Pensé que quizás WhatsApp no era para vender.
Y estaba completamente equivocado.
Y no porque seas malo, ni torpe, ni pesado (aunque puede que un poco sí).
Sino porque estás usando WhatsApp como si fuera una landing page.
Como si fuera un email masivo.
Como si fuera un folleto.
Y no lo es.
WhatsApp es otra cosa.
Es una conversación privada, informal, veloz.
Donde la gente no tiene tiempo para que le vendas.
Y aún así… compra.
Compra si sabes entrar.
Compra si sabes leer el momento.
Compra si sabes decir lo justo, en el tono justo, sin parecer necesitado.
Porque nadie quiere hablar con un vendedor que parece recién salido de una plantilla de Word.
La gente quiere hablar con personas.
Y cuando lo entendí, cambió todo.
De repente, los mismos mensajes que antes quedaban muertos empezaron a generar respuestas.
No porque había aprendido “copywriting”.
No porque tenía un nuevo truco.
Sino porque había entendido cómo funciona la mente cuando alguien te escribe por WhatsApp para venderte algo.
Y sobre todo, había aprendido cómo no sonar como los otros cien que lo hacen mal.
Monté esta guía porque me di cuenta de que nadie te lo explica bien.
Todo lo que hay por ahí son frases tipo:
Bla bla bla.
Pero cuando estás frente al móvil, con el número del contacto en la pantalla y el cursor parpadeando… nadie te dice qué carajo escribir.
Ahí es donde entra esto.
Un ebook claro, directo, sin relleno, donde te cuento cómo escribir mensajes que sí obtienen respuesta.
Además, dos vídeos donde te explico todo esto con ejemplos reales, errores frecuentes, y cómo girar una conversación cuando parece que va a morir.
Vas a aprender:
✅ Cómo escribir el primer mensaje sin sonar como un vendedor de multinivel.
✅ Qué estructura usar para no saltarte pasos y acabar arruinando la venta.
✅ Cómo responder a un “cuéntame más” sin convertirlo en una charla eterna que no lleva a nada.
✅ Qué hacer cuando te dicen “lo pensaré” (spoiler: no es mandarle una oferta a las 48 horas).
✅ Cómo saber si estás vendiendo demasiado pronto (y qué hacer para corregirlo).
Y todo con un enfoque claro: mensajes que abren puertas. No que las cierran.
Porque vender no es convencer.
Es generar respuesta.
Es provocar curiosidad.
Es hacer que la otra persona sienta que tiene algo que ganar si te contesta.
Y eso, si sabes hacerlo, es oro puro.
Sí, lo digo así, porque es verdad.
¿Quieres empezar conversaciones con gente que no te conoce y no quedar como el típico vendedor random?
Aquí tienes cómo lo hago yo, paso a paso.
Ni frases prefabricadas.
Ni adulación barata.
Ni excusas.
Solo una forma concreta y elegante de entrar donde nadie más entra.
Este bonus te salva la dignidad.
Porque si vas con miedo a perder la venta, ya la perdiste.
Aquí te hablo de cómo pasar de “ojalá me compren” a “a ver si tú eres alguien con quien quiero trabajar”.
Y no, no es motivación barata. Es entender el rol que tienes que ocupar si quieres que te respeten en WhatsApp.
49,95 €.
Sí. Todo eso.
El ebook.
Los 2 vídeos.
Los 2 bonus.
Y la posibilidad de no volver a verte escribiendo mensajes que dan lástima.
Menos que una cena cutre.
Menos que una campaña de ads sin ROI.
Menos que el precio de parecer desesperado.
No voy a ponerte escasez falsa.
Ni contarte que lo cierro mañana.
Solo te digo esto:
Cada día que sigues escribiendo como ahora, pierdes ventas.
Y lo peor: pierdes respeto.
Porque una cosa es no vender.
Y otra muy distinta es que la gente piense: “pobre, no sabe cómo hacerlo”.
Hazte un favor.
Haz clic en el botón.
Cómpralo.
Estúdialo.
Aplícalo.
Y la próxima vez que escribas por WhatsApp, que no sea para que te claven el visto.
Sino para que te contesten:
“¿Dónde pago?”